Hay mañanas que merecen ser recordadas, algunas veces no sabes porqué pero hay otras veces que ese recuerdo resulta tan evidente que, sin que te lo propongas vuelve a tu … Continúa leyendo Que no existe…

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Ha llegado el amanecer. Desde la terraza veo el mar que refleja la luz cálida y dorada de la mañana. Siento el aleteo de la nostalgia pero sonrío cuando el … Continúa leyendo Cierro la puerta y… Regreso
El sol entró despacio, en silencio, y trepó por las esquinas de mi cama. Abrí los ojos. La sensación de verano me acarició la piel. Hoy era lunes, lunero. Atrás … Continúa leyendo De lunes, lunero…
Tengo una novela acabada, dos empezadas y un montón de proyectos en la cabeza, pero… envías tu novela aquí y allá y, en unos casos, te la devuelven casi a … Continúa leyendo Me siento engañada…
Hay días que se levantan nublados…
Aunque hayas salido a la terraza y una luz deslumbrante de verano te reciba casi a golpes de tambor.
Pero tú te has despertado intuyendo que no iba a pasar nada bueno.
Suena el teléfono y se confirman tus peores temores. Te has vuelto a equivocar, has fallado en lo que te habías propuesto, pese a intentar hacer las cosas bien no lo has conseguido. Tus ideas no pueden competir con las de los demás porque son demasiado diferentes.
No es la mejor noticia del mundo, pero ¿por qué te extrañas? Lo sabías mucho antes de que el sonidito agudo del móvil, se colara entre la maraña de ideas grises que te acompañan.
Decides que casi sería mejor volverte a la cama y esconder la cabeza bajo las sábanas y desde allí regodearte en ese estado de ánimo agorero, sin que nadie perturbe tu desazón.
Pero no, camino de tu deseado agujero de fácil acomodo, ves un libro olvidado encima de la mesa.
¿Quien lo olvidaría aquí? Te preguntas… Y así, casi sin darte cuenta, lees el título «Las diosas de cada mujer» (Jean Shinoda Bolen).
Piensas que es una broma.
¡Bonito título, justo con el día que tengo! Pero la curiosidad, puede más que los nubarrones que te envuelven y lo abres por una página al azar.
Y lees, justo por la página 62:
«Si una mujer es completa en sí misma, estará motivada por la necesidad de seguir sus propios valores internos, de hacer lo que tiene sentido para ella o le llena, con independencia de lo que piensen los demás»
¡Vaya! No sé si soy Artemisa, Afrodita, Atenea o Hestia, pero lo que sí sé es que, como otras veces, dos líneas de cualquier libro, me han reconducido al camino en el que la búsqueda de la seguridad en mi misma, es la única meta.
Vuelvo a la terraza, brilla el sol y esta vez, le saludo.
No sé en qué se transformará mi día pero, en este momento, me siento como una diosa.
Quizá no tan bella como Afrodita, ni tan combativa como Atenea, ni tan maternal y vulnerable como Hera, ni tan enérgica como Artemisa, pero …
… me pintaré las uñas de rojo pasión… por algo hay que empezar!
… la luz ha entrado despacio y ha bordeado los extremos de mi cama… Me ha dado un beso suave, mientras yo aún soñaba. No quiero despertar, pero alguien me … Continúa leyendo Sí…
… de él cuando leí sus poemas…
El hombre bueno, tolerante, con un don poético genial…
«Yo también canto al sol cuando sale a mediodía o, como ahora, cuando se pone,
Yo también me estremezco con el cerebro y con la belleza de la tierra y de todo lo que crece en ella,
Yo también he sentido la llamada irresistible de mí mismo» (Walt Whitman)
… que compartió con nosotros su visión sobre los problemas eternos del hombre.